Si administramos los huesos correctos a nuestra mascota, no debería haber mayor problema siempre que esté sana y no tenga ninguna restricción alimentaria por enfermedad. Son un complemento muy nutritivo y siempre ha formado parte de su alimentación natural, incluso cuando se alimentaban de las sobras de los humanos (mucho antes de que se inventaran las croquetas para perros / pienso). Tienen un alto aporte en Calcio, Fósforo, Magnesio, Hierro, Zinc y Sodio.
Además tanto la carne / cartílagos que los recubren por fuera, cómo el tuétano que se encuentra en su interior, son también una gran fuente de proteínas y nutrientes con un alto valor biológico. Los huesos carnosos son parte de la Alimentación Cruda Biológicamente Apropiada (A.C.B.A.), también conocida cómo dieta BARF.
Pero ojo, los huesos que les demos a nuestras mascotas, no pueden estar nunca cocinados. Al cocinarlos, los huesos se endurecen y eso provoca que se astillen con mucha facilidad al masticarlos, además, son mucho más complejos de digerir. Si le das huesos a tu perro, siempre deben ser crudos.
Si te preocupan las bacterias o posibles parásitos que los huesos puedan contener, puedes congelaros durante unos días. Pero antes de darlos a nuestro perro o gato, debemos dejar que se descongelen de forma natural y queden a temperatura ambiente. Por si te sirve de ayuda, yo también me asusté la primera vez que le dí huesos a mis perros, pensaba que se iban a atragantar o que algo malo pasaría… pero lo único que ha pasado hasta hoy, es que están mas sanos que nunca y disfrutan comiendo cómo nunca lo habían hecho.
Recuerda no confundir los huesos carnosos que podemos usar en la alimentación de nuestras mascotas, con los huesos de entretenimiento, los cuales tal y cómo su propio nombre indica, solo sirven para tener a nuestro perro o gato entretenidos.